La realidad es terca

Las calles desiertas de Madrid certifican mi derrota (una vez más),
Hotel California en un Octavia camino a casa.

15000 batallas perdidas jalonan mi vida desde aquel día,
quería comerme el Mundo y el Mundo me engulló.

Pues no sé

No sé, a veces pienso, pienso demasiado. Añoro el pasado, aunque no volvería... o sí? Uno nunca sabe...

Añoro el primer paseo junto a la facultad de medicina, aunque de esto ya he escrito mucho. Añoro tantas cosas y a la vez ninguna...

Siempre dispuesto a unas copas, siempre dispuesto a la noche, a la diversión... y a la vez tan harto de ellas. Añorando besos y chimeneas, añorando abrazos, añorando el frío compartido y las tardes de otoño que nunca acaban.

Busqué entre las cenizas y encontré cosas que te dije mil veces, y aún siento cuando bebo, cuando miro al horizonte y cuando caigo al vacío entre la hipocresía y el cinismo de este puto mundo.

No sé si rescatarme yo mismo o pedir que me rescaten, pero pierdo la esperanza, la pierdo, y doy vueltas y más vueltas sin sentido, entorno a esto y aquello y a la luz que irradian tus ojos oscuros.

Y nada es verdad, sólo siento eso; que me desplazo a pasos cortos en distancias tan largas.

Amor, la fiesta terminó

Quería escribir muchas cosas tras esto, mostrar en dos frases de esas certeras justo lo que siento y adornarlo con varias sentencias al límite, vaciarme de angustia y dormir tranquilo.

Simplemente no puedo, o realmente ya no me hace falta. Por eso, o porque no he bebido casi nada, el ingenio sigue dormido cinco minutos después de empezar a llamarlo.

Sigo aprendiendo a conocer la vida, pero no sé si llegaré a la última lección.

Lo que hay

Tengo las manos llenas de trucos,
el corazón henchido de gritos,
el paso firme, seguro, de los que ya lo perdieron todo.

Si te acercas esta noche a verme, y me tapas los ojos,
prometo los besos más dulces, las lágrimas más saladas,
emoción sin contener, todo a pecho descubierto.

Si la música de tus ojos sigue haciéndome bailar,
y esas pecas traviesas me atraviesan otra vez,
no prometo nada.

Y el que avisa no es traidor.

Delirios sin nombre

La vida, las oportunidades, los trenes que pasan, la continua frustración. Historias inacabadas que vuelven, historias acabadas que se van, barro en los zapatos, levantarte mañana otra vez y abrir la ventana, esas cosas que pasan.

Sobriedad

30 años tiene el tío, que se note en el diseño. Y que no está la cosa para tirar cohetes...

Y todo eso

Gotas de lluvia en el cristal,
mañana fría, espalda tersa. El zoo.

Desayuno copioso, la mochila llena,
el campo, ese olor. Tú.

Flores, risas, caballos salvajes.
Pla de Beret, la montaña, tú.

Embriagados por el vino, cansados,
tapados hasta las orejas. Tus ojos.

Una estufa al rojo, la cama fría,
el invierno duro. El Somontano. Tú.

Hasta las 3 viendo una peli,
cerveza barata, tele por satélite, encender el fuego. Tus labios.

La playa, el rumor de las olas,
los peces saltando, bocata de jamón. Tu risa.

Salir tarde, recogerlo todo,
arroz con bogavante, un buen vino. Besos.

Apuestas al azar, unas cañas,
corre, vamos! Estás preciosa. Tú.

República Argentina, menú del día,
el metro, besos de despedida. Hasta la tarde.

Helados sin azúcar, churros el domingo,
las fiestas de tu hermano. Despertar a tu lado.

Las Chapas, chapuzones de tarde,
playas nudistas. Tu cuerpo.

Y todo eso.